El sanador, ya he dejado claro anteriormente, no es producto de una breve ceremonia, sino de un cultivo que hace madurar las semillas de la iniciación recibida. Por eso es esencial dedicar tiempo al trabajo espiritual sobre sí mismo y al autotratamiento Reiki de manera cotidiana. Esto fortalecerá las facultades y la sensibilidad que se está abriendo en cuanto comienza la formación como terapeuta Reiki.
No es para desdeñar en la ignorancia la noción de que aunque el Reiki sea un néctar que nos ayuda a nosotros primero, por canalizarlo, tanto como al que lo recibe, nuestro propio grado de desarrollo humano, energético y espiritual, también es transferido al receptor, junto con el Reiki, aunque éste minimice los efectos inoportunos y nos mejore a todos los implicados.
Cuanto más realizados y sanos estamos, mejor es la calidad del Reiki que estamos traspasando; esto no quiere decir que en algún caso la balanza deje de ser enormemente positiva, pues siempre el beneficio del Reiki compensa más allá de los posibles defectos o carencias del canal.
Con estas bases, podemos hablar ahora de la aplicación Reiki a otros seres.
El mejor orden es establecer unas fases dentro de la sesión: (1) preparación, (2) tratamiento y (3) conclusión.
El mejor orden es establecer unas fases dentro de la sesión: (1) preparación, (2) tratamiento y (3) conclusión.
1. La preparación consistirá en aquellas prácticas que el terapeuta realice antes de la llegada del
receptor, o también ante éste de un modo breve o resumido. Por ejemplo, la meditación/mantra del Buda de la Medicina, el Yoga del Pequeño Vaso, oraciones y afirmaciones Yo Soy, ejercicios Tao de las órbitas microcósmica o macrocósmica, trabajos de Chikung y demás fórmulas que nos permitan que nos permitan sintonizar con un plano elevado de consciencia y una motivación generosa y altruísta.
2. Durante el tratamiento, en Reiki-I, mantendremos una actitud amable y atenta hacia nuestro receptor, desde el primer contacto. Es importante sabernos relajar y confiar en el flujo de la energía, pues lo que está sucediendo es en realidad un proceso más sutil todavía que la transferencia espaciotemporal de energía: la apertura virtual del receptor a un campo saludable de información... el cósmico. Recuerda que trabajas sobre el plano causal o kármico, por encima de la materia y del intelecto conceptual.
Puesto que en nuestra preparación hemos invocado a los Guías o llamado a la presencia de la Luz, todo se desarrolla automáticamente, a nuestro modo de ver. El Reiki-I se aplica impersonalmente, tan sólo poniendo las manos. La intención consciente es la que abre el flujo. Recurre a la sección de posturas para orientarte, pero puedes dejar obrar a tu percepción natural que será guiada por el campo de sabiduría Reiki de todas formas. Tus manos estarán el tiempo necesario en el lugar adecuado.
Por supuesto, puede añadir otros medios de sanación complementarios y armoniosos, a tu entender, como el mantra, el canto, la aromaterapia, la música, el color, Aura Soma, los aceites esenciales... También puedes pedir al receptor que acompañe con determinada práctica por su parte, como Biorespiración, Rebirthing o visualizaciones, si lo encuentras oportuno, y especialmente tratando un caso de psicoterapia.
Siempre es muy valioso el trabajo de uno mismo para su propia sanación y realización, por descontado, pero como terapeuta tienes que evaluar si tu asistido tiene la capacidad en ese momento de autoayudarse de una determinada manera; mientras tanto recibirá tu ayuda, que le dará las fuerzas y enseñanzas necesarias, en el mejor de los casos. En este sentido, cuanto más valore el Reiki y tu trabajo, más rápido será el efecto que tu ayudado recibirá, pues su campo personal de información ya tendrá parte del terreno libre de parásitos para incorporar los mensajes unitivos del Reiki.
El Reiki no tiene contraindicaciones, pero, como toda práctica de alto nivel (por ejemplo las meditaciones Tantra o Tao), sería absurdo ponerle obstáculos mezclándola con remedios menores que supongan mensajes limitantes al subconsciente. Por tanto, las terapias vibracionales funcionarán a favor del tratamiento Reiki, y los medios alopáticos por lo menos contarán con un colchón de protección para reducir sus efectos secundarios. Es en el terreno de la palabra, usada en psicoterapia, por ejemplo, que hay que cuidar una formulación verdaderamente sabia, compasiva y hábil. En este caso el Reiki será el aspecto implícito de una guía oral inspirada, si podemos ofrecerla.
A su vez hay que favorecer el estado relajado y abierto del receptor, como base de todas las modalidades que he comentado arriba. Una conversación entre terapeuta y receptor puede ser muy buena para reducir las resistencias de éste último y ayudarle a tomar la actitud abierta y relajada que es conveniente.
Podemos emplear las que nos propone la tradición espiritual más afín a nosotros, o encontrar nuestros propios decretos kármicos. En Reiki-II ciertos símbolos tienen también esta aplicación. En todo caso, ten muy presente que Reiki es amor y compasión, inseparables de la sabiduría, como en todo camino de evolución espiritual. Y que este amor compasivo se tiene que llamar, sentir y aplicar en forma de acción generosa durante el tratamiento, aspirando afirmativamente, declaradamente, para que se manifieste en todos los niveles de tu ser y el del receptor: cuerpo, energías, mente/espíritu. Así, la consagración final es una creación del mismo amor acumulado durante toda la sesión.
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