La naturaleza última de esa corriente individual no es ni el yo creado por el pensamiento -que es una etiqueta puesta sobre un compuesto cambiante de fenómenos (el cuerpo, las emociones, el intelecto...), ni es tampoco un conjunto de apariencias. Su naturaleza es propiamente la de lo absoluto mismo en sus tres aspectos: (1) el espacio ilimitado de la realidad, algo que no se puede categorizar para nada y que los budistas llaman vacuidad, elDharmakaya o cuerpo de la verdad; (2) la luminiscencia del ser consciente que es inherente a esa espaciosidad, el cuerpo de deleite o Sambogakaya; y (3) la manifestación incesante y libre de esa consciencia que no tiene perímetro, el cuerpo de aparición o Nirmanakaya. Los tres aspectos de la realidad y del ser son inseparables, y se refieren a la comprensión última de las cosas. El Yo Soy es la traducción al lenguaje verbal de ese principio único, o no dual, de la consciencia cósmica, cuando se encuentra o localiza en una corriente de vida individual. Es pues una llamada a la fuente de su manifestación, un reconocimiento del alineamiento indiviso entre lo relativo y lo absoluto, el espacio sin forma y la apariencia nombrable. Yo Soy es la esencia de Buda, expresada y actualizada por la actividad de cuerpo, palabra y mente individuales del ser consciente, cuya naturaleza es los tres kayas o aspectos de la realización. El Yo Soy es la práctica que trae la actualización de esos tres cuerpos búdicos al yogui, como transformación de sus tres puertas kármicas o causales: físico, energético-vital, psíquico. Por tanto el yo es como una puerta batiente entre lo relativo y lo absoluto, según se libere de limitaciones conceptuales o se mantenga en ellas. En el ámbito del condicionamiento, de lo relativo, el yo -con sus predicados y afirmaciones o negaciones- configura la realidad que es infinita en su potencial de manifestaciones. Entonces tenemos dos facetas en las que trabajar, por un lado meditar, descansar en el ser sin predicados, mantener una presencia atenta sin conceptos, el verdadero Yo Soy, lo que nos permitirá volver al absoluto mismo, a lo inefable, el poder original e inconcebible de la verdad última, la vacuidad; y por otro lado canalizar positivamente la actividad del yo relativo por medio de darle forma conscientemente, es decir, dirigir la creación de nuestra consciencia-Luz al no identificarnos con sus producciones sino con la misma fuente, y así ordenar/organizar su flujo. En Reiki podemos aprender a usar la fuerza de la afirmación del Yo Soy como un complemento del tratamiento, especialmente al inicio y al fin de la sesión, cuando generamos la motivación adecuada y cuando consagramos el beneficio de la práctica a una finalidad positiva. Por ejemplo, "En la Luz de la poderosa consciencia que Yo Soy, la armonía del campo universal de realidad se vierte sobre este ser para su perfecta sanación y realización. Que esta sesión de Reiki sea causa para la iluminación de todos los seres en su verdadera naturaleza"; y al terminar, "Por el poder de la Luz infinita que Yo Soy, que todos los seres sean liberados de la ignorancia espiritual, que la prosperidad y el mérito aumenten incesantemente. Que este ser encuentre rápidamente la paz, la Luz, la alegría y las circunstancias más auspiciosas, así como su pronta realización espiritual". |
sábado, 8 de enero de 2011
Kuan-Yin Reiki V
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