martes, 28 de diciembre de 2010

La iniciación - ALGUNAS IDEAS PRÁTICAS-II






   Desde que monto en cólera o me irrito, levanto una barrera que me aísla en el mundo físico, y las fuerzas que deben edificar mis órganos espirituales no pueden ya llegar hasta mí.
   Por ejemplo, alguna persona me causa irritación.  Mientras que estoy encolerizado, me es imposible percibir la corriente que su alma emite en el mundo físico.  Hasta tal punto no le percibo, que soy todavía capaz de enfadarme.  Mi irritación me la oculta.  Pero tampoco hay que creer que basta con que no me irrite para percibir enseguida un fenómeno psíquico.   Será necesario todavía que en mí se abra el ojo del alma.  Ahora bien, en todos los seres humanos existen los rudimentos de este ojo.  Pero permanece, sin embargo, inerte durante todo el tiempo en que el hombre tiene todavía capacidad de irritación.  Por otra parte, no basta para activarlo con haber combatido un poco el sentimiento de la cólera.  Es preciso continuar la lucha sin desmayo y proseguirla con paciencia.  Y un día, repentinamente, se advertirá que el ojo interior se acaba de abrir.
   A decir verdad, para llegar a esta meta, no basta únicamente con combatir la irritación.  Muchos se abandonan a la impaciencia y a la duda porque, durante años, han combatido ciertas disposiciones del carácter y, sin embargo, no han adquirido la clarividencia.  Efectivamente, han perfeccionado ciertos aspectos de su naturaleza, pero muchos más han dejado proliferar otros.  El don de la clarividencia no aparecerá antes de que se haya dominado todo lo que representaba un obstáculo para el despertar de las facultades que permanecían aletargadas.  Seguramente, la clarividencia y la clariaudiencia comienzan a despuntar antes, pero se trata de brotes infinitamente delicados, fácilmente sometidos a todos los errores, o bien que se marchitan muy deprisa si se les priva de los cuidados necesarios.
   Entre las disposiciones adversas que hay que combatir tanto como la cólera y la irritación, citemos la tendencia al miedo, la superstición y los prejuicios, la vanidad y la ambición, la curiosidad y las confidencias desconsideradas, las barreras que se establecen entre los seres según su rango, su raza o su origen.  En nuestra época, apenas se puede comprender que combatir estos defectos tenga nada que ver con la purificación y pudiéramos decir, puesta a punto de las facultades de conocimiento.  Pero todo ocultista sabe bien que este dominio tiene mucha más influencia sobre la evolución espiritual que las conquistas de la inteligencia y la práctica de ejercicios artificiales.
   Sería fácil engañarse y llegar a creer que, para combatir el temor, es necesario convertirse en un ser locamente audaz, y que para vencer los prejuicios de raza o de clase no se debe hacer ninguna distinción entre los hombres.  Se trata más bien de tener un juicio recto, lo que no es posible mientras se obedece a las prevenciones.  Ya la simple reflexión nos muestra que, por ejemplo, el miedo a un fenómeno impide juzgarlo con claridad; de la misma manera, un prejuicio racista impide penetrar en el alma de un hombre.  Esta simple reflexión debe ser meditada por el discípulo con finura y penetración.
   Otro obstáculo para el entrenamiento en el ocultismo consiste en hablar sin haber aclarado previamente, mediante la reflexión, lo que se quiere decir, y aquí es preciso considerar un punto que sólo un ejemplo puede iluminar bien.
   Si alguien me dice una cosa a la cual yo debo replicar, es preciso que me esfuerce en tener en cuenta su opinión, sus sentimientos, incluso sus prejuicios, antes que el argumento que me viene al espíritu.  Hay en esto un refinamiento del tacto al que el discípulo debe consagrar sus más atentos cuidados.  Debe aprender a discernir la importancia que tendrá para su interlocutor la respuesta que él le va a dar.  No se trata de renunciar a lo que uno mismo piensa; no es ésta la cuestión en este momento; pero es preciso escuchar tan atenta y exactamente como sea posible lo que dice el otro y no dar forma a la propia réplica hasta después de haberle escuchado bien.  En semejante caso, un pensamiento se viene siempre al espíritu del discípulo, y si dicho pensamiento se convierte  en un rasgo de carácter, sabe que está sobre el buen camino.  El pensamiento a que me refiero es el siguiente: “Lo importante no es que yo tenga una opinión distinta a la de este hombre, sino que él encuentra por sí mismo la verdad, gracias a lo que yo le puedo aportar.”  A través de pensamientos semejantes, el carácter y la manera de actuar del discípulo adquieren una cierta dulzura, que es uno de los resortes esenciales de la disciplina oculta.  Por el contrario, la dureza aparta de uno las formaciones astrales que deben despertar la mirada del alma.  La dulzura benevolente disipa los obstáculos y abre los órganos espirituales.
   Con la dulzura se afianza muy pronto otro rasgo del carácter: la atención simpática y tranquila, dirigida sobre todos los matices de la vida interior de los seres que nos rodean, gracias al silencio perfecto de nuestros propios movimientos interiores.  Si un hombre llega a este resultado, entonces lo que anima las almas que le rodean actúa sobre él de tal suerte que interiormente crece y se estructura, como la planta bajo la luz del sol.  Dulzura y silencio, acompañados de verdadera paciencia, hacen que el alma acceda al mundo de las almas, y el espíritu al mundo de los espíritus.
   “Espera en calma y el recogimiento, cierra tus sentidos a las impresiones que han recibido antes de que emprendieras tu educación interior. Haz callar entre tus pensamientos aquellos que habitualmente ocupaban tu alma.  Haz que el silencio more en ti, y después espera pacientemente.  La acción de los mundos superiores comenzará entonces a hacerse sentir, a edificar la mirada de tu alma y el oído de tu espíritu.  No esperes ver ni oír enseguida en los mundos del alma y del espíritu.  Porque lo que tu haces contribuye sólo a desarrollar tus sentidos superiores.  Pero tú no serás capaz de ver con el alma y oír con el espíritu más que cuando poseas este sentido.  Si has permanecido así, durante unos instantes, en un estado de espera tranquila y recogida, puedes irte a cumplir con tus obligaciones corrientes, una vez profundamente penetrado del siguiente pensamiento: “Un día me ocurrirá lo que me deba ocurrir cuando esté maduro para recibirlo”.  Porhíbete severamente toda tentativa de atraer hacia ti las potencias superiores por medio de tu voluntad arbitraria.
   Tales son las indicaciones que todo estudiante de ocultismo recibe de su instructor a la entrada del sendero.  Si las tiene en cuenta, se perfecciona; si no las observa, trabaja inútilmente.  Ellas son difíciles más que para quien carece de paciencia y perseverancia.  No existen en absoluto otros obstáculos que los que cada uno se crea a sí mismo y que, si verdaderamente se quiere y se intenta, se pueden evitar.  Es necesario recordar sin cesar estas verdades, porque muchas personas se hacen una falsa idea de las dificultades que encuentra el discípulo.  En cierto sentido, es más fácil franquear las primeras etapas de este sendero que acabar con las dificultades de la vida diaria si no se ha seguido este entrenamiento.
   Además, no debemos hacer conocer aquí más que lo que es incapaz de hacer correr el menor peligro al equilibrio corporal y psíquico.  Ciertamente, existen procedimientos más rápidos para llegar a la meta, pero el camino que nosotros indicamos no tiene nada en común con ellos, porque pueden tener ciertos efectos sobre el hombre que ningún ocultista experimentado puede desear.  Como determinados aspectos de este procedimiento son entregados continuamente al público, tenemos el deber de poner expresamente en guardia a aquellos que quisieran practicarlos.
   Por motivos que solamente un iniciado puede comprender, los procedimientos de esta especie no deberían ser comunicados públicamente bajo su forma verdadera, y en cuanto a los fragmentos que se revelan aquí y allá, no pueden tener ningún buen resultado; muy por el contrario, arruinan la salud, la felicidad y la paz interior.  El que no quiere entregarse enteramente a potencias tenebrosas cuyo origen ni cuya verdadera esencia se pueden apreciar, debe evitar cuidadosamente dejarse prender por estos métodos.
   Todavía podemos dar algunas indicaciones sobre el medio en que deben ser emprendidos los ejercicios de ocultismo.  Porque es el caso que el medio ejerce una cierta influencia.  Sin embargo, las condiciones varían para cada individuo.  El que las practica en un medio que no esté lleno más que de intereses egoístas, por poner un ejemplo de las formas modernas de la lucha por la existencia, debe saber que esta atmósfera no deja de tener influencia sobre el desarrollo de sus órganos espirituales.  A decir verdad, las leyes interiores que gobiernan estos órganos son bastante fuertes para resistir en parte la mala influencia del medio.  El terreno más desfavorable no podría hacer que una semilla de flor de lis provocara el nacimiento de un cardo; del mismo modo, las ásperas luchas de intereses de nuestras modernas ciudades no podrían conseguir que un órgano espiritual se convierta en otra cosa que lo que debe ser.  Pero, en todo caso, es algo excelente para el investigador rodearse de vez en cuando de la paz silenciosa, de la grave majestad y del encanto que encuentra en la naturaleza.  Es particularmente favorable para el estudiante proseguir su desarrollo rodeado de una vegetación plena de verdor o en una comarca montañosa soleada, llena del encanto de una vida sencilla.  Un medio semejante imprime en los órganos espirituales un crecimiento armonioso que es imposible realizar en nuestras modernas ciudades.  El que, por lo menos en su infancia, ha respirado el aire de los abetos, contemplando las cumbres nevadas, observando la actividad silenciosa de los insectos y de los animales en el bosque, está ya mejor situado que el hombre de la ciudad.  Pero aquél cuyo destino es vivir en una ciudad no debe descuidar alimentar los órganos de su alma y de su espíritu mediante la lectura de páginas inspiradas de los grandes maestros de la sabiduría.
   Si tus ojos no pueden seguir día a día la eclosión de la primavera en los jóvenes retoños del bosque, puedes encontrar una compensación alimentando tu corazón con los sublimes pensamientos del Bhagavad Gita, del Evangelio según San Juan, de Tomás de Kempis * y de las descripciones de la ciencia espiritual.  Hay muchos caminos para alcanzar las cimas de la clarividencia, pero es preciso elegir entre ellos con discernimiento.
   El iniciado tendrá que describir muchos aspectos del camino que pareciesen singulares a los no iniciados.  Puede ocurrir, por ejemplo, que alguien haya avanzado mucho por el sendero; que toque, por así decirlo, el momento en que se van a abrir el ojo del alma y el oído del espíritu.  Ahora bien, cabe la posibilidad de hacer entonces un viaje por un mar en calma o, a veces, por el contrario, por un mar agitado por la tempestad, y una venda cae de sus ojos.  Bruscamente, se despierta a la visión.  Otro ha llegado igualmente a un punto en que esta venda está a punto de caer, lo que produce mediante un repentino golpe de fortuna. Sobre otro hombre, este golpe repentino hubiese podido producir el efecto de paralizar su fuerza, adormecer su energía.  Para el discípulo, marca el punto de partida de la iluminación.  Un tercero espera, desde hace mucho tiempo, con paciencia; he aquí que hace años que espera, sin percibir los frutos de su trabajo; un día, está apaciblemente sentado en su habitación silenciosa, y de repente, se ve envuelto en una luz espiritual; las paredes desaparecen, se vuelven transparentes para la mirada del alma,  y un nuevo universo se abre ante su mirada, en adelante es clarividente, y resuena en su oído, en adelante abierto al Espíritu.


*- La imitación de Cristo

La iniciación - ALGUNAS IDEAS PRÁCTICAS




 

 Cuando un hombre trabaja en perfeccionar sus sentimientos, sus pensamientos, sus disposiciones interiores según los métodos descritos en los capítulos que hemos dedicado a la preparación, la iluminación y la iniciación, dota a su alma y a su espíritu de una estructura semejante a aquélla de que la naturaleza ha dotado a su cuerpo físico.  Antes de que tenga lugar esta formación, el alma y el espíritu son masas no estructuradas.  El clarividente las percibe bajo el aspecto de unos torbellinos nebulosos, de espirales que se entremezclan, dando la impresión de colores apagados que tiran a menudo hacia el rojo, el marrón rojizo o, a veces, el rojo amarillento.  Una vez organizadas, estas masas comienzan a tomar un resplandor espiritual, matizado de verde-amarillo o de azul-verde, al mismo tiempo que presentan una estructura regular.  El hombre accede a esta regularidad de estructura y, a través de ella, a los conocimientos superiores, ordenando sus sentimientos, sus pensamientos, sus disposiciones psíquicas, como la naturaleza ordena en él las funciones corporales para permitirle ver, oír, digerir, respirar, etc.  Poco a poco, aprende a respirar y a ver por el alma, a oír y a hablar por el espíritu.

   Citemos todavía aquí algunos aspectos prácticos más precisos de esta educación del alma y del espíritu.  Son éstas, en el fondo, reglas que cada uno puede observar inclusive si no sigue las otras y que hacen avanzar en la ciencia del espíritu.

   Particularmente, es preciso esforzarse en cultivar la paciencia.  Cada movimiento de impaciencia paraliza y puede inclusive destruir las facultades superiores que duermen latentes en el hombre.  No se debe esperar que de un día para otro se abran vastos horizontes sobre el mundo espiritual, porque así no se consigue nada en absoluto.  Hay que saber estar contento del menor progreso, permanecer tranquilo y sereno hasta el fondo del alma.  Es comprensible que el estudiante espere con impaciencia obtener resultados; sin embargo, nada se producirá hasta tanto no haya dominado esta impaciencia.  De nada sirve combatirla, en el sentido ordinario de la palabra; por el contrario, eso no hace más que acrecentarla.  De este modo no se conseguiría más que ilusionarse hasta el punto de creerla desaparecida cuando en realidad no sería sino más fuerte en el fondo del alma.  Para tener éxito, es preciso sumergirse continuamente en un pensamiento bien definido, haciéndolo totalmente suyo.  Este pensamiento es el siguiente: “Ciertamente, yo debo hacer todo lo necesario para desarrollar mi alma y mi espíritu; pero esperaré con serenidad que las potencias superiores me juzguen digno de la iluminación que me corresponda”.  Si este pensamiento se enraíza en el hombre con la suficiente profundidad como para convertirse en un rasgo de su carácter, está en el buen camino.  Esta disposición se refleja inclusive en su aspecto exterior: la mirada se vuelve tranquila; los movimientos seguros; las decisiones precisas; y todo eso que se llama nerviosismo va desapareciendo poco a poco.  Así las pequeñas reglas de conducta que aparentemente son insignificantes pueden ejercer una acción considerable.  Por ejemplo, alguien nos causa una ofensa; antes de nuestro ingreso en el camino, nos habríamos levantado contra el ofensor y la cólera habría invadido nuestra alma.  Un discípulo, por el contrario, en situación semejante, se siente dominado por un solo pensamiento: “Esta ofensa no me quita nada de mi valor personal”.  Y toma las medidas necesarias para afrontar la situación con calma, serenidad, sin irritación.  Naturalmente, no se trata de dejarse ofender sin protestar, sino simplemente de comportarse con tanta calma y sangre fría en el caso de una ofensa que nos alcanza personalmente como si ella hubiese sido dirigida contra otra persona en circunstancias tales que nosotros hubiésemos tenido derecho a reprobarla.  Nótese una vez más que el progreso oculto no se manifiesta mediante un cambio llamativo de nuestro comportamiento, sino a través de una transformación sutil y silenciosa de nuestros sentimientos y de nuestros pensamientos.

   La paciencia ejerce un verdadero atractivo sobre los tesoros del saber oculto, mientras que la impaciencia los rechaza.  Con fiebre y agitación, no se puede adquirir nada en los dominios superiores de la existencia.  Ante todo es preciso imponer silencio al deseo y a la avidez, actitudes del alma que espantan todo conocimiento superior.  Por precioso que sea el conocimiento oculto no hay que desearlo; debe ser él el que venga a nosotros.  Quien lo desea para hacer de él un bien propio no lo obtiene jamás.

   A este objeto, es preciso ante todo ser sincero con uno mismo, no permitirse hacerse ilusiones respecto a las propias cualidades.  Se debe saber mirar de frente, con franqueza, las faltas de uno, sus debilidades, sus incapacidades.  Desde el instante en que tú buscas una excusa para tus debilidades, levantas un obstáculo en el camino de tu progreso espiritual.  De hecho, no se pueden evitar estos obstáculos sino mediante una mirada franca sobre uno mismo.  No hay más que un medio de despojarse de los defectos y las debilidades, y este medio es mirarlos cara a cara.  En el hombre duermen todas las posibilidades y se las puede despertar.  El entendimiento y la razón son susceptibles de ser mejorados si se les estudia con sangre fría y con la calma necesaria para darse cuenta exacta de sus imperfecciones.  Este conocimiento de sí mismo es naturalmente difícil porque la tentación de ilusionarse por cuenta propia no tiene límites.  Pero el que se acostumbra a ser franco consigo mismo se abre las puestas de la percepción superior.

   Todo tipo de vana curiosidad debe asimismo desaparecer en el investigador.  Hasta donde sea posible, debe perder la costumbre de plantear preguntas por el solo deseo de apaciguar un deseo personal de conocimiento.  No debe informarse más que de lo que puede perfeccionar su ser al servicio de la evolución.  Esto no debe frenar por supuesto la alegría, el entusiasmo por el conocimiento.  Todo cuanto sirva a este fin debe ser para él una exhortación que no sólo escucha con devoción, sino que debe buscar.

   La formación oculta exige particularmente una educación del deseo.  No se trata de procurar no desear ya nada, porque es natural que aspiremos a lo que debemos alcanzar, y un deseo se realiza tanto mejor cuanto más fuerza se pone en él; pero esta fuerza debe provenir del verdadero conocimiento.

   “No ambicionar nada en un dominio antes de haber aprendido a conocer lo que es justo en él”, tal es la regla de oro que debe seguir el discípulo.

   El sabio aprende antes que nada cuáles son las leyes del universo; a continuación, sus deseos se transforman en fuerzas de realización.  He aquí un ejemplo que lo prueba: Muchos hombres desean saber lo que ha podido ser su vida antes de su nacimiento.  Un tal deseo no tiene objeto ni sentido mientras no se haya asimilado, mediante el estudio de la ciencia espiritual, el conocimiento de las leyes, así como la naturaleza de las cosas eternas, y esto bajo su forma más sutil.  Cuando se ha adquirido realmente este conocimiento y a continuación se quiere ir más lejos, entonces os colma un deseo ennoblecido y purificado.

   Tampoco sirve de nada decir: “Pero yo quiero a toda costa conocer mi vida anterior, y es justamente con esta intención con la que trabajo para instruirme”.  Más vale ser capaz de apartar de sí este deseo personal, eliminarlo totalmente y trabajar desde el principio con esta intención.  Es preciso alimentar la alegría  y el don de sí mediante el estudio, sin esta intención de índole personal.  Solamente así se aprende al mismo tiempo a desarrollar el género de deseo que entrañará una realización.


 

 

viernes, 17 de diciembre de 2010

Qué es la Navidad

Navidad
Mural - Birth of Christ.jpg
Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucristo
Origen de la celebración Cristianismo
Día de celebración 25 de diciembre
Día de la semana ---
Celebrado desde Siglo IV
Lugar de celebración Día Internacional

La Navidad (latín: nativitas, «nacimiento» )? es una de las fiestas más importantes del Cristianismo –junto con la Pascua y Pentecostés–, que celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén. Esta fiesta se celebra el 25 de diciembre por la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa Rumana; y el 7 de enero en otrasIglesias Ortodoxas, ya que no aceptaron la reforma hecha al calendario juliano, para pasar a nuestro calendario actual, llamadogregoriano, del nombre de su reformador, el Sumo Pontífice Gregorio XIII.

Los angloparlantes utilizan el término Christmas, cuyo significado es ‘misa (mass) de Cristo’. En algunas lenguas germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa ‘noche de bendición’. Las fiestas de la Navidad se proponen, como su nombre indica, celebrar la natividad (es decir, el nacimiento) de Jesús de Nazaret.

Aunque para algunos historiadores la celebración de la Navidad histórica debería situarse en primavera (entre abril y mayo), y para otros, siguiendo el relato de Lucas 2:8, que indica que la noche del nacimiento de Jesús, los pastores cuidaban los rebaños al aire libre y que el cielo estaba lleno de estrellas, es poco probable que este acontecimiento hubiera ocurrido en el invierno (hemisferio norte). La Iglesia cristiana mantiene el 25 de diciembre como fecha convencional, puesto que en la primavera u otoño la Iglesia celebra la Pascua.

 

Formación de la Navidad como fiesta de diciembre

Según la Enciclopedia Católica, la Navidad no está incluida en la lista de festividades cristianas de Ireneo ni en la lista de Tertuliano acerca del mismo tema, las cuales son las listas más antiguas que se conocen. La evidencia más temprana de la preocupación por la fecha de la Navidad se encuentra en Alejandría, cerca del año 200 de nuestra era, cuando Clemente de Alejandría indica que ciertos teólogos egipcios “muy curiosos” asignan no sólo el año sino también el día real del nacimiento de Cristo como 25 pashons copto (20 de mayo) en el vigésimo octavo año de Augusto. Desde 221, en la obra Chronographiai, Sexto Julio Africano popularizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús. Para la época delConcilio de Nicea I en 325, la Iglesia Alejandrina ya había fijado el Díes nativitatis et epifaníae.

El papa Julio I pidió en 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado el 25 de diciembre, lo cual fue decretado por el papa Liberio en 354. La primera mención de un banquete de Navidad en tal fecha en Constantinopla, data de 379, bajo Gregorio Nacianceno. La fiesta fue introducida en Antioquía hacia 380. En Jerusalén, Egeria, en el siglo IV, atestiguó el banquete de la presentación, cuarenta días después del 6 de enero, el 15 de febrero, que debe haber sido la fecha de celebración del nacimiento. El banquete de diciembre alcanzóEgipto en el siglo V.

Adopción de la fecha de Navidad como 25 de diciembre

Un árbol de Navidad.

En Antioquía, probablemente en 386, Juan Crisóstomo impulsó a la comunidad a unir la celebración del nacimiento de Cristo con el del 25 de diciembre,1 aunque parte de la comunidad ya guardaba ese día por lo menos desde diez años antes.

En el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papaJulio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha.

Algunos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo cuarto como día de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino I el Grande se convirtió al cristianismo para animar un festival religioso común y convertir a los paganos en cristianos. La lectura atenta de expedientes históricos indica que la primera mención de tal banquete en Constantinopla no sucedió sino hasta 379, bajo San Gregorio Nacianceno. En Roma, puede ser confirmado solamente cuando se menciona un documento aproximadamente del año 350, pero sin ninguna mención de la sanción por el emperador Constantino.

Los primeros cristianos celebraban principalmente la Epifanía, cuando los Reyes Magos visitaron al Niño Jesús. (Esto todavía se celebra enArgentina, Armenia, España, Ecuador, Perú, Paraguay, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Uruguay, y Venezuela) . Para las Iglesias Orientales la Epifanía es más importante que la Natividad, ya que es ese día cuando se da a conocer al mundo, en la persona de los extranjeros.

Algunas tradiciones de la Navidad, particularmente las de Escandinavia, tienen su origen en la celebración germánica de Yule, como son el árbol de Navidad. Allí la Navidad se conoce como Yule (o jul).

Prohibición de la celebración de la Navidad

Durante la Reforma protestante, la celebración del nacimiento de Cristo fue prohibida por algunas iglesias protestantes, llamándola "Trampas de los papistas" y hasta "Garras de la bestia", debido a su relación con el catolicismo y el paganismo antiguo. Después de la victoria parlamentaria contra el Rey Carlos I durante la Guerra civil inglesa en 1647, los gobernantes puritanos ingleses prohibieron la celebración de la Navidad. El pueblo se rebeló realizando varios motines hasta tomar ciudades importantes como Canterbury, donde decoraban las puertas con eslóganes que hablaban de la santidad de la fiesta. La Restauración de 1660 puso fin a la prohibición, pero muchos de los miembros del clero reformista, no conformes, rechazaban las Celebraciones Navideñas, utilizando argumentos puritanos.

En la América colonial, los Puritanos de Nueva Inglaterra rechazaron la Navidad, y su celebración fue declarada ilegal en Boston de 1659 a 1681. Al mismo tiempo, los cristianos residentes de Virginia y Nueva York siguieron las celebraciones libremente. La Navidad cayó en desagrado de los Estados Unidos después de la Revolución Americana, cuando se estimó que era una costumbre inglesa.

En la década de 1820, las tensiones sectarias en Inglaterra se habían aliviado y algunos escritores británicos comenzaron a preocuparse, pues la Navidad estaba en vías de desaparición. Dado que imaginaban la Navidad como un tiempo de celebración sincero, hicieron esfuerzos para revivir la fiesta. El libro de Charles Dickens Un cuento de Navidad, publicado en 1843, desempeñó un importante papel en la reinvención de la fiesta de Navidad, haciendo hincapié en la familia, la buena voluntad, la compasión y la celebración familiar.

La Navidad fue declarada día feriado federal de los Estados Unidos en 1870, en ley firmada por el Presidente Ulysses S. Grant, pero aún es una fiesta muy discutida por los distintos líderes puritanos de la nación.

En la actualidad, "Los Testigos de Jehová" no celebran la Navidad por considerarla una festividad pagana, además rechazan que sea el 25 de diciembre la verdadera fecha del nacimiento de Cristo Jesús porque en 'el calendario judío, el mes que cae entre noviembre y diciembre es el mes llamado kislev', que "es frío y lluvioso". Luego viene tebet, entre diciembre y enero, que es el mes con las temperaturas más bajas del año e incluso algunas nevadas en las zonas altas". Haciendo referencia al Evangelio de Lucas 2:8-12 dicen que cuando nació Jesús, había pastores en los campos pasando la noche al aire libre con sus rebaños, algo que no sería posible si fuese invierno.

Fiestas no cristianas del 25 de diciembre

La verdadera fecha de nacimiento de Jesús no se encuentra registrada en la Biblia. Por ésta razón, no todas las denominaciones cristianas coinciden en la misma fecha. Los orígenes de ésta celebración, el 25 de diciembre, se ubican en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio del invierno (desde el 21 de diciembre), alguna fiesta relacionada al dios o los dioses del sol, como Apolo y Helios (en Grecia y Roma), Mitra (en Persia), Huitzilopochtli (en Tenochtitlan), entre otros. Algunas culturas creían que el dios del sol nació el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo. En otras culturas se creía que el dios del sol murió ese día, sólo para volver a otro ciclo.

Alegoría de Cristo en forma del dios solar Helios o Sol InvictoConduciendo su carroza. Mosaico del siglo III d. C. de las grutas vaticanas en la Basílica de San Pedro en el techo de la tumba del Papa Julio I.

  • Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del "Natalis Solis Invicti" o "Nacimiento del Sol invicto", asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y que los romanos llamaron bruma; cuando Julio César introdujo su calendarioen el año 45 a. C., el 25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De esta fiesta, los primeros cristianos tomaron la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo. Otro festival romano llamado Saturnalia, en honor aSaturno, duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Por esta celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizaron para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta.

Celebración del Capac Raymi, era liderada por el Emperador Inca. Alusión hecha por Guamán Poma.

  • Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba alYggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad, cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa.
  • Los mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. "Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas."
  • Los incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol, la fiesta era llamada Cápac Raymi o Fiesta del sol poderoso que por su extensión también abarcaba y daba nombre al mes, por ende este era el primer mes del calendario inca. Esta fiesta era la contraparte del Inti Raymi de junio, pues el 23 de diciembre es el solsticio de verano austral y el Inti Raymi sucede en el solsticio de invierno austral. En el solsticio de verano austral el Sol alcanza su mayor poder (es viejo) y muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez en junio, luego declina hasta diciembre, y así se completa el ciclo de vida del Sol. Esta fiesta tenía una connotación de nacimiento, pues se realizaba una ceremonia de iniciación en la vida adulta de los varones jóvenes del imperio, dicha iniciación era conocida como Warachikuy.

Los aztecas también celebraban el nacimiento de uno de sus dioses en invierno: Huitzilopochtli.

Cálculo de la fecha de Navidad según los Evangelios

Algunos expertos han intentado calcular la fecha del nacimiento de Jesús tomando la Biblia como fuente, pues en Lucas 1:5-14 se afirma que en el momento de la concepción de Juan el Bautista, Zacarías su padre, sacerdote del grupo de Abdías, oficiaba en el Templo de Jerusalén y, según Lucas 1:24-36 Jesús nació aproximadamente seis meses después de Juan. 1Cronicas 24:7-19 indica que había 24 grupos de sacerdotes que servían por turnos en el templo y al grupo de Abdías le correspondía el octavo turno.

Contando los turnos desde el comienzo del año, al grupo de Abdías le correspondió servir a comienzos de junio (del 8 al 14 del tercer mes del calendario lunar hebreo). Siguiendo esta hipótesis, si los embarazos de Isabel y María fueron normales, Juan nació en marzo y Jesús en septiembre. Esta fecha sería compatible con la indicación de la Biblia (Lucas 2:8), según la cual la noche del nacimiento de Jesús los pastores cuidaban los rebaños al aire libre, lo cual difícilmente podría haber ocurrido en diciembre. Cualquier cálculo sobre el nacimiento de Jesús debe estar ajustado a esta fuente primaria, por lo que la fecha correcta debe estar entre septiembre y octubre, principios de Otoño. Además, debe tomarse en cuenta el censo ordenado por César al tiempo del nacimiento del Hijo de Dios, lo cual obviamente no pudo haber sido en diciembre, época de intenso frío en Jerusalén, la razón es que el pueblo judío era proclive a la rebelión y hubiera sido imprudente ordenar un censo en esa época del año.

Como los turnos eran semanales, tal y como lo confirman los rollos del Mar Muerto, descubiertos en Qumrán, cada grupo servía dos veces al año y nuevamente le correspondía al grupo de Abdías el turno a finales de septiembre (del 24 al 30 del octavo mes judío). Si se toma esta segunda fecha como punto de partida, Juan habría nacido a finales de junio y Jesús a finales de diciembre. Así, algunos de los primeros escritores cristianos (Juan Crisóstomo, 347-407) enseñaron que Zacarías recibió el mensaje acerca del nacimiento de Juan en el día del Perdón, el cual llegaba en septiembre u octubre. Por otra parte, según los historiadores, cuando el Templo fue destruido en el año 70, el grupo sacerdotal de Joyarib estaba sirviendo. Si el servicio sacerdotal no fue interrumpido desde el tiempo de Zacarías hasta la destrucción del templo, este cálculo tiene al turno de Abdías en la primera semana de octubre, por lo que algunos creen que el 6 de enero puede ser el día correcto.

En un tratado anónimo sobre solsticios y equinoccios se afirmo que "Nuestro Señor fue concebido el 8 de las calendas de abril en el mes de marzo (25 de marzo), que es el día de la Pasión del Señor y de su concepción, pues fue concebido el mismo día en que murió". Si fue concebido el 25 de marzo, la celebración de su nacimiento se fijaría nueve meses después, es decir, el 25 de diciembre.

Celebración litúrgica

En la Iglesia Católica

Para el catolicismo la Navidad no solo es un día de fiesta, sino una temporada de fiestas, y de la misma forma que la Pascua, contiene un tiempo de preparación, llamado Adviento, que inicia cuatro domingos antes del 25 de diciembre.

Es costumbre que se celebren varias misas en Navidad, con distinto contenido según su horario. Así, la noche anterior (Nochebuena) aunque sea domingo, se reza la famosa Misa de Gallo o Misa de Medianoche; en algunos lugares hay incluso una Misa de la Aurora que se celebra precisamente al amanecer del 25 de diciembre. Y la Misa de Mediodía, en la que es costumbre que antes o después de ella, el Papa dé un mensaje de Navidad a todos los fieles del mundo, este mensaje es conocido como Urbi et Orbi (en latín: a la Ciudad de Roma y al Mundo).

Algunos ortodoxos celebran la Navidad junto con la Epifanía. Adoración de los Magos de Oriente y los pastores.

Posterior a la celebración del 25 de diciembre de Navidad, tienen lugar las fiestas de san Esteban, protomártir (26 de dic.), san Juan Evangelista (27 de dic.), los Santos Inocentes (28 de dic.), la Sagrada Familia (domingo siguiente a la Navidad o 29 de dic. si Navidad cae en domingo), María Madre de Dios (1 de enero), la Epifanía que se celebra el 6 de enero aunque en algunas diócesis se traslade al Segundo Domingo después de Navidad, y el Bautismo de Nuestro Señor (Domingo siguiente a Epifanía), con el que termina el tiempo litúrgico de la Navidad.

En las Iglesias Ortodoxas

Las Iglesias Orientales por no aceptar el calendario propuesto por el papa Gregorio XIII, aun usan el calendario juliano y por lo tanto la Navidad la celebran el 25 de diciembre pero que, según el calendario gregoriano, es 7 de enero. Aunque la Iglesia Armenia la celebra el 6 de enero, junto con la Epifanía.

Se exceptúan las Iglesias de Alejandría, Rumania, Bulgaria, Albania, Finlandia, Grecia y Chipre; que sí festejan Navidad el día 25 de diciembre.

Cabe señalar que en Belén, ciudad de nacimiento de Jesucristo, la Navidad se celebra dos veces. Pues la Basílica de la Natividad es administrada por la Iglesia Católica que celebra Navidad el 25 de diciembre; y la Iglesia Ortodoxa de Jerusalén que la celebra el 6 de enero.

En esa iglesia hay una caverna subterránea con un altar sobre el lugar en el que según la tradición nació Jesús. El punto exacto está marcado por un agujero en medio de una estrella de plata de 14 puntas rodeada por lámparas de plata.

En el Protestantismo

Aunque hasta el siglo XIX algunas Iglesias protestantes dejaron de celebrar Navidad, para desligarse del Catolicismo, la mayoría, comenzando por Lutero, continuaron celebrándola el 25 de diciembre. En Estados Unidos compartieron la Navidad católicos y protestantes desde 1607, año en que se celebró por primera vez esa fiesta en Norteamérica.

La Navidad es celebrada por la mayoría de los cristianos, aunque algunos consideran que, al no indicar en la Biblia la fecha del nacimiento de Jesucristo ni ordenar celebrarla, no hay razón para celebrar o crear una fiesta por ese motivo. Así también muchos protestantes creen que la Navidad no debe ser motivo de disputas por no seguir las viejas tradiciones de la [Iglesia Católica] o por saber la fecha exacta del nacimiento de Jesus.

Tradiciones navideñas

La Navidad es la fiesta cristiana más popularizada, pese a que la Iglesia considera que es más importante la Pascua. Y por tal motivo es la que contiene más tradiciones:

  • La Cena de Navidad, consiste en un banquete a medianoche, en honor del nacimiento de Cristo que tuvo lugar a esa hora; de manera parecida al banquete judío del Pésaj. Tradicionalmente se come pavo, bacalao, cerdo, cordero y otros platos, dependiendo del lugar en que se celebre o las tradiciones de la familia.
  • Los Belenes, Pesebres o Nacimiento navideño consisten en la representación del nacimiento de Jesús, mediante una maqueta de Belén y sus alrededores, en la que las figuras principales son el establo en donde nació Jesús, la Sagrada Familia, los animales y los pastores, también los 3 reyes magos y una estrella con una estela que también suele colocarse en lo alto del árbol de Navidad. Según la tradición san Francisco de Asís fue su inventor. En Argentina, México, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Perú y Chile, la figura del Niño no se coloca hasta la llegada de la Navidad, fecha en que se celebra su nacimiento, y luego de ser «arrullado» es colocado entre José y María.
  • La Corona de Adviento, corona hecha a base de ramas de ciprés o pino atada con un listón rojo en la cual se colocan cuatro velas por lo general de color rojo las cuales marcan los cuatro domingos de adviento anteriores al día de Navidad, las familias se reúnen a su alrededor cada domingo, se enciende una vela y se recitan oraciones y villancicos como preparación al Nacimiento de Jesús. Esta tradición es más recurrente en la Iglesia Católica ya que la corona debe ser bendecida en la Iglesia.
  • Los Villancicos canciones o cantos alusivos al nacimiento de Cristo o a la Sagrada Familia. Algunos como Noche de Paz tienen versiones en varios idiomas o ritmos, con el mismo o distinto nombre.
  • Las villas Navideñas representaciones de pueblos en época de nieve.
  • Las Posadas son una serie de fiestas populares, que recuerdan el trayecto de san José y la Virgen María para llegar a Belén. Estas celebraciones tienen lugar del 16 al 24 de diciembre en México y sus países vecinos.
  • Novena de Aguinaldos costumbre católica, donde las familias o grupos de personas se reúnen a rezar un novenario, del 16 al 24 de diciembre, consumir platos típicas de Navidad, como buñuelos o la natilla y cantar villancicos, además de divertirse, y hacer juegos motivo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Fue escrita por Fray Fernando de Jesús Larrea en el siglo XVIII.
  • Las Piñatas consiste en una olla de barro adornada con picos y papel picado o figuras de cartón adornadas con papel picado de colores, ambas rellenas de dulces, fruta y en ocasiones juguetes y confetti, que se rompen en cada uno de los días de las Posadas.Segun la tradicion la piñata debe llevar 7 picos ya que cada uno representa los 7 pecados capitales.
  • Las Chocolatadas son celebraciones para niños durante las semanas previas al 24 de diciembre en el Perú. Consiste en espectáculos infantiles con payasos, bailes, y entrega de regalos para todos. Se le denomina así pues es infaltable el chocolate caliente y el paneton, o pan de dulce con frutas confitadas.

Alumbrados Navideños

También se han convertido en una muestra de la época navideña, en donde las calles, avenidas, plazas, parques, ríos, lagos o montañas se transforman en hermosos escenarios para el disfrute de los habitantes del lugar o visitantes. La mayoría de las ciudades de Occidente, y una buena parte de Oriente, colocan alumbrados llamativos y coloridos, algunos de gran belleza, en sus calles, principalmente en las calles más concurridas, además de árboles de Navidad de gran tamaño, belenes, etc. También la gente coloca luces navideñas en los balcones y ventanas de sus casas. Especialmente llamativos son los adornos y alumbrados navideños de Alemania, Estados Unidos y algunas ciudades de Europa oriental eHispanoamérica.

Personajes míticos de la Navidad cristiana

Dedek Mraz, la versión del Papá Noel enEslovenia.

Es frecuente en algunas regiones o países la tradición de que algún personaje o personajes, visite a los niños para dejarles regalos bajo el árbol de Navidad. Los más conocidos son:

  • Carbonilla es el encargado de dar carbón en vez de un regalo a los niños que se portaron mal. Para algunos es acompañante de los Reyes Magos, y para otros, de Santa Claus.
  • Los Duendes navideños de la mitología popular navideña.

Regalos navideños bajo el árbol.

  • Olentzero en el País Vasco
  • Esteru en Cantabria
  • Los Reyes Magos en España, Portugal y gran parte de Latinoamérica son los encargados de darles regalos a los niños el 6 de enero, en representación de los regalos llevados a Jesús en su nacimiento (Fiesta de la Epifanía).
  • Santa Claus o Papá Noel en EE.UU. y el Norte de Europa, aunque la expansión comercialde Estados Unidos, ha convertido a Santa Claus en el personaje central de la Navidad en todo el mundo, y ha desplazado el sentido religioso de esta fiesta por el sentido más comercial actual.
  • Tió de Nadal en Cataluña.
  • El Niño Jesús o Niño Dios en Colombia, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Perú,Venezuela y en México en especial en zonas rurales. El Niño Jesús también en la República Checa y Austria (Christkind).
  • El tradicional Niñito Dios en Argentina, está siendo también desplazado y reemplazado en la actualidad bajo la influencia mediática comercial de Estados Unidos por el llamativo Santa Claus/Papá Noel.

La Navidad en la actualidad

La calles de Torà (Lérida, Cataluña,España) durante las fiestas de Navidad.

Aparte del origen cristiano de la Navidad, esta fiesta ha ido mezclando su carácter religioso con la tradición de convivencia familiar, debido en gran medida a la popularidad de esta celebración y a la mercadotecnia.

Es desde el siglo XIX cuando la Navidad empieza a afianzarse con el carácter que tiene hoy día, pues en ese siglo se popularizó la costumbre del intercambio de regalos; se creó a Santa Claus y regalar tarjetas de Navidad. Costumbres que con el tiempo la mercadotecnia (en especial la norteamericana) aprovecharía para expander la Navidad por el mundo dándole un carácter distinto al religioso, y con temas que poco o nada tienen que ver con la tradicional celebración navideña.

La Navidad es celebrada por los cristianos, pero también los no cristianos y algunos ateos utilizan la Navidad, como mero festejo de convivencia social y familiar. Hoy día el país que celebra más la navidad mundialmente es Puerto Rico: sus festividades navideñas comienzan desde el día después del día de acción de gracias (noviembre) y culminan en febrero, en la celebración de la candelaria. También es destacable que en muchos lugares de Europa y América hay una creciente tendencia, impulsada principalmente desde las parroquias locales, para recuperar el sentido religioso de la navidad y su verdadero significado.

La Navidad en las artes, la televisión y el cine

El Greco. Natividad.

En el arte

La conmemoración del Nacimiento de Jesús es, junto con la celebración de su Pasión, Muerte y Resurrección, uno de los principales acontecimientos del Año Litúrgico Cristiano. Por ello, es un tema que ha interesado a los artistas de todos los tiempos, independientemente del marco geográfico y cronológico en el que desarrollaron su actividad.

Muchas historias ficticias navideñas se recrean con temas de esperanza o relatos milagrosos. Varios han llegado a ser parte de la tradición local navideña. Entre los más populares están el ballet de Tchaikovsky, El Cascanueces y la novela de Charles Dickens, Cuento de Navidad (en inglés: A Christmas Carol). Estos a su vez han sido llevados al cine o televisión, con adaptaciones a algún programa en especial o sin ellas.

Las representaciones de la Navidad varían, pues van desde las representaciones del nacimiento de Cristo, hasta imágenes de eventos navideños. Entre las pinturas del nacimiento de Cristo, se encuentran las que representan la adoración de los pastores o la de los Reyes Magos. Y entre alguno sus exponentes están: Fra Filippo Lippi, Fra Angelico, Sandro Botticelli, El Greco, entre muchos otros. Y Andréi Rubliov y Kiko Argüello en iconos. En cuanto a otras imágenes navideñas, se encuentran carteles, timbres postales, tarjetas, etc.

En la televisión

Desde la década de 1980 numerosas series de TV han sacado al aire en su momento capítulos especiales de Navidad. Las series animadas o caricaturas como Drake & JoshLos SimpsonWinnie PoohPeanutsFuturama, etc. Algunos incluso son parte de la historia misma, en lugar de solo ser un capítulo especial. Incluso algunos animes japoneses tienen algún capítulo navideño, como Love HinaRanma 1/2 y Shin Chan.

En España los días de Nochebuena y la madrugada de Año Nuevo suelen emitirse espacios musicales, especial importancia tiene el programa Noche de fiesta, emitido en TVE del año 1999 al 2004. El día de nochebuena Antena 3 emite varios capítulos de Los Simpsons desde el año 2001, mientras que TVE ofrece en nochevieja un programa de humor con alguna pareja de humoristas importantes: Cruz y raya, Los Morancos o Martes y Trece, entre otros. En los últimos años las cadena privadas dejan la nochebuena o nochevieja a series con altas audiencias, como es el caso de Aquí no hay quien viva, La que se avecina, Sé lo que hicisteis... o Escenas de matrimonio. El presentador vasco Ramón García, más conocido como Ramontxu es la imagen típica de las campanadas con su capa, mientras que el resto de las cadenas cuenta con actores o presentadores famosos.

En México, Televisa sacó al aire tres telenovelas con temática navideña: Un Cuento de Navidad (1999), Rayito de Luz (2000) y Navidad sin fin (2001), además de que transmitio el especial de navidad de El Chavo del Ocho. Así mismo Televisa como TV Azteca, emiten programas especiales en sus canales enfocados a la celebración de la navidad, como "acompañantes de mesa".

En Gran Bretaña y los países de la Commonwealth existe la tradición de que la Reina Isabel II dirija un mensaje de Navidad a las 3 de la tarde, transmitido por televisión; igualmente lo hace el rey Juan Carlos I en España a las 9 de la noche.

En Colombia desde el inicio de la televisión en 1954, las agencias gubernamentales como la desaparecida Inravisión y la acutal RTVC se han encargado de transmitir el rezo de laNovena de Aguinaldos, mientras que en la última década los canales privados Caracol y RCN producen sus propios especiales navideños. Desde hace más de 30 años, Caracol transmite un especial navideño de Sábados Felices y Jorge Barón Televisión produce la infaltable Fiesta de los Hogares Colombianos. El 24 de diciembre a las 8 P.M. se acostumbra emitir el saludo de navidad del Presidente de la República al pueblo y a las Fuerzas Armadas.

 

domingo, 12 de diciembre de 2010

La iniciación - LA INICIACIÓN




  
 La iniciación es el grado supremo de una disciplina oculta sobre la cuál se pueden dar, en un libro, indicaciones que todavía pueden ser accesibles a todos.  Lo que se podría decir sobre los grados que están más allá de la iniciación apenas sería comprensible.  Pero se puede encontrar el camino, si a través de la preparación, la iluminación y la iniciación, se ha penetrado hasta los misterios menores.
   Sin la iniciación, el hombre no podría adquirir el saber y el savoir-faire que ella confiere, más que un futuro muy lejano y después de numerosas encarnaciones, por un camino y bajo una forma completamente diferente.  La persona que es iniciada hoy experimenta al presente lo que no habría sido llamada a conocer sino mucho más tarde y en unas circunstancias muy distintas.
   Cada persona solamente puede descubrir, sobre los misterios de la existencia, aquello que corresponde a su grado de madurez.  Es por esta sola razón por la que va encontrando obstáculos a medida que avanza hacia los grados superiores del saber y de savoir-faire.   Nadie pondría un arma de fuego entre las manos de un individuo antes de que el tal individuo tuviese la experiencia suficiente como para poder servirse de ella sin causar una desgracia.
   Si en estos momentos alguien fuera iniciado de buenas a primeras, le faltaría la experiencia que todavía tiene que adquirir en el transcurso de sus futuras encarnaciones, hasta el momento en que le sean desvelados los misterios correspondientes a su evolución normal.  Es por esto por lo que, en el umbral de la iniciación, es preciso que, mientras se espera tener esta experiencia, tenga lugar una cosa de otro tipo.
   Las primeras instrucciones que recibe el candidato a la iniciación están pues destinadas a compensar provisionalmente la experiencia por venir.  Estas son las llamadas “pruebas probatorias”, por las cuales es preciso pasar.  Ellas constituyen el resultado normal del trabajo interior si los ejercicios han seguido correctamente el camino descrito en los capítulos precedentes.
   Ciertamente, con frecuencia se encuentran libros que aluden a “pruebas”. Pero ellos solamente pueden evocar una falsa imagen de la realidad.  Porque el que no haya pasado por la preparación y la iluminación, ni haya tenido jamás la experiencia de estas pruebas, está absolutamente incapacitado para ofrecer una información verídica de ella.
   Ante el alma del candidato se presenta un cierto número de cosas y de fenómenos provenientes de los mundos superiores; pero, naturalmente, él no puede verlas ni entenderlas más que si es capaz de comprender las figuras, los colores, los sonidos, etc., de los que hemos hablado al tratar de la preparación y de la iluminación.
   La primera “prueba” consiste en adquirir, respecto a las propiedades materiales de los cuerpos inanimados, después de las plantas, a continuación de los animales y finalmente del hombre, puntos de vista más exactos que los habituales.  Y aclaramos que entendemos por “puntos de vista habituales” lo que hoy día se llama conocimiento científico.  No se trata de ciencia, sino de visión.
   Lo que se produce generalmente es que el candidato a la iniciación aprende a reconocer de qué manera las cosas de la naturaleza y de los seres vivos se manifiestan a los ojos y a los oídos espirituales, de suerte que, en una cierta medida, estos fenómenos se le presentan al observador como desvelados y desnudos.  Lo que él ve y entiende escapa a los ojos y los oídos físicos.  Para la visión sensorial, se muestran recubiertos de un velo.  Este velo cae, sin embargo, delante del candidato, según un proceso que se puede considerar como un fenómeno espiritual de consunción.  Esta es la razón por la que a esta primera prueba se le denomina “prueba de fuego”.
   Para muchos hombres, la vida ordinaria constituye ya por sí misma, de manera más o menos consciente, una prueba de iniciación por el fuego.  Estos hombres llevan a cabo experiencias enriquecedoras, gracias a las cuales ellos ven crecer, de una manera sana y normal, la confianza en sí mismos, su valor, su decisión y su firmeza; por consiguiente, llegan a ser capaces de soportar el dolor, las decepciones y los fracasos de sus empresas con una entereza, una grandeza de alma, una fuerza y una calma inconmovibles.  Quien ha pasado por tales experiencias es a menudo ya, sin que él mismo lo sepa, un iniciado.  Cualquier cosa basta para abrir sus ojos y sus oídos espirituales y hacer de él un clarividente.  Porque hay que hacerlo notar bien: una verdadera “prueba de fuego” no tiene por objetivo satisfacer la curiosidad del candidato.  Cierto que él descubre hechos infrecuentes de los que de ordinario no se tiene la menor idea.  Pero este descubrimiento no es el objetivo de las pruebas, no constituye la meta del candidato; este descubrimiento no es más que el medio necesario para alcanzar ese objetivo, esa meta, que no es otra que adquirir, mediante este conocimiento de los mundos superiores, una confianza en sí más profunda y mejor fundada, un valor más firme, una grandeza de alma y una perseverancia completamente distintas a las que generalmente se adquieren sobre la tierra.
   Después de la “prueba de fuego” todavía es posible para todo candidato volver atrás.  Continuará su existencia, fortificado en su cuerpo y en su alma, y no reemprenderá su camino iniciático hasta la próxima encarnación.  En la actual encarnación será un miembro más útil para la comunidad humana que lo era antes de haber pasado la prueba.  En cualquier situación que se encuentre, su firmeza, su claridad de juicio y raciocinio y su beneficiosa influencia sobre sus semejantes, tanto como su espíritu de decisión, habrán hecho notables progresos.
   Si el candidato que ha sufrido la prueba de fuego quiere continuar avanzando en su entrenamiento, es preciso que le sea revelado el “sistema de escritura particular” que se utiliza en la disciplina ocultista.  Las verdaderas enseñanzas ocultas están redactadas en esta escritura, porque lo que constituye el carácter escondido (oculto) de las cosas no puede expresarse, por definición, ni mediante las palabras del lenguaje corriente ni mediante los signos de la escritura ordinaria.  Aquellos que han recibido la enseñanza de los iniciados traducen de la mejor manera posible, en lenguaje común, las lecciones de la sabiduría.  La escritura oculta se revela al alma que adquiere la percepción espiritual; sus caracteres están siempre más grabados en el mundo del espíritu.  No se aprenden como los de una escritura artificial.  En el alma donde crece el conocimiento clarividente, objetivo, se desarrolla una facultad, una fuerza que la impulsa a descifrar los fenómenos y los seres espirituales como los caracteres de una escritura.
   Podría ocurrir que esta fuerza, con la “prueba” que ella comporta, se despertase de manera enteramente natural en el curso del desenvolvimiento interior.  Se accede sin embargo con más seguridad a la meta siguiendo las indicaciones de los ocultistas versados en la lectura de estos caracteres.
   Los signos de la escritura escondida no están compuestos arbitrariamente, sino conforme a las fuerzas que actúan en el universo.  A su través se aprende el lenguaje de las cosas.  El candidato constata muy pronto que los signos que va descubriendo corresponden a la figuras, los colores, los sonidos, etc., que ha aprendido a percibir en el curso de la preparación y de la iluminación.  Se da cuenta de que todavía no ha hecho más que deletrear el alfabeto.  Solamente ahora, va a comenzar a leer en los mundos superiores.  Como un majestuoso conjunto, se descubre lo que antes no aparecía sino a través de fenómenos aislados.  Solamente ahora son verdaderamente auténticas sus observaciones espirituales.  Antes, no podía nunca tener la completa certeza de que las cosas que creía haber visto las habría visto realmente.  Sólo ahora puede existir un acuerdo seguro entre el candidato y el iniciado en los dominios de la ciencia superior.  Porque, cualesquiera que sean las relaciones de un iniciado y otro hombre en la vida ordinaria, el iniciado no podrá comunicar su ciencia bajo una forma inmediata más que mediante el lenguaje de los signos.  A través de esta lengua, el discípulo se familiariza igualmente con un cierto número de reglas de conducta.  Toma conciencia de ciertos deberes de los que con anterioridad no tenía la menor idea.  Y cuando sabe poner en práctica estas reglas de conducta, puede llevar a cabo acciones cargadas de un sentido que en ningún caso pueden tener las de un hombre que no haya sido iniciado.  Su conducta se inspira en los mundos superiores.  Estas inspiraciones no pueden ser captadas más que en esta lengua de que hablamos.
   Hay que dejar bien sentado, sin embargo que determinados seres pueden llevar a cabo inconscientemente acciones inspiradas, aunque no se hayan entrenado nunca en el ocultismo.   Estos auxiliares de la humanidad y del universo atraviesan la vida repartiendo favores y bendiciones.  Por razones que no podemos explicar aquí, ellos han recibido unos dones que parecen naturales.  La única cosa que les distingue del investigador es que este último actúa a conciencia y con discernimiento respecto a lo que quiere realizar con relación al conjunto; él conquista, mediante la disciplina, lo que las potencias superiores entregan a los demás para el bien del mundo.  Estos hombres de Dios merecen veneración, pero no por eso hay que considerar el entrenamiento como algo superfluo.
   Cuando el discípulo ha aprendido la lengua de los signos, se va a encontrar frente a otra “prueba”; una prueba que debe revelar si está en disposición de evolucionar en los mundos superiores con libertad y seguridad.  En la vida ordinaria, los impulsos que llevan al hombre a actuar le llegan de fuera.  El cumple tal o cual tarea, porque las circunstancias se la imponen como un deber.  Y en este punto, se nos hace necesario hacer notar que el estudiante no debe abandonar ninguno de sus deberes cotidianos so pretexto de que participa en una vía superior.  Ningún deber, absolutamente ninguno, asumido con respecto al mundo espiritual puede forzar a nadie a descuidar una sola de sus obligaciones prácticas.  El padre de familia debe permanecer siendo tan buen padre de familia como antes y la madre, tan buena madre.  Ni el funcionario, ni el soldado ni ningún ciudadano de ninguna clase deben volver la espalda a sus deberes por causa de la práctica del ocultismo.  Por el contrario, todas las cualidades que confieren valor a una persona en la vida ordinaria deben aumentar en el estudiante en una medida de la que el profano no podría hacerse ni una remota idea.  Y si los no iniciados tienen a veces otra impresión, cosa poco frecuente e incluso rara, ello es consecuencia de que no están en absoluto capacitados para emitir un juicio sobre un iniciado; lo que trae como consecuencia que las actitudes de éste resulten a veces inexplicables para ellos.
   Para quien haya alcanzado el grado anteriormente citado de la iniciación, existen unos deberes que ya no están determinados por ningún móvil exterior.  No son las circunstancias de fuera las que le guían en este dominio, sino una serie de reglas de conducta que le han sido reveladas por el lenguaje “escondido”.  Mediante la segunda “prueba”, debe demostrar ahora que estas reglas le dirigen con tanta seguridad y firmeza como un funcionario sometido a su reglamento es dirigido por éste.  Para que esto sea así, el candidato debe, sentirse situado, en un determinado momento de su entrenamiento, frente a una cierta tarea.  Debe cumplir una actividad inspirándose en lo que ha percibido durante los períodos de preparación y de iluminación.  Y esta misma actividad debe descifrarla en el lenguaje de los signos.  Si sabe reconocer su deber y actuar en consecuencia, es señal de que ha superado victoriosamente la prueba.  El éxito se reconoce en el cambio provocado por la acción en las figuras, los colores y los sonidos que perciben los oídos y los ojos espirituales.  A medida que se progresa en el entrenamiento oculto, se ve perfectamente cómo estas figuras, colores y sonidos producen otra impresión según la acción cumplida.   Y el candidato debe saber ocasionar este cambio.
   A esta prueba se le llama “prueba del agua”, porque se pierde el terreno firme que procuran las condiciones exteriores, del mismo modo que a aquel que nada en un lugar de aguas muy profundas le falta todo tipo de apoyo.  La prueba debe ser renovada hasta que el candidato haya conquistado una perfecta seguridad.
   Mediante esta prueba, también se trata de adquirir una cualidad nueva y, a través de estas experiencias en los mundos superiores, se puede llevar en poco tiempo esta cualidad hasta un grado que normalmente no se habría podido alcanzar sino después de numerosas encarnaciones.
   El punto esencial es el siguiente: para obtener la transformación requerida en esta región superior de la existencia, el candidato no debe seguir ninguna otra indicación que su percepción espiritual y lo que haya descifrado mediante el lenguaje secreto.   Si, en el curso de la acción que debe cumplir, sus deseos, sus opiniones, etc., ejercitan sobre él la menor presión y olvida un solo momento conformarse a las leyes que personalmente ha reconocido como verdaderas, entonces ocurrirá una cosa completamente distinta a la que debe ocurrir.   El candidato dejará muy pronto de orientarse hacia el fin de su acción y la confusión le extraviará.  Mediante esta prueba, al hombre se le presenta también una ocasión excepcional para desarrollar el dominio de sí.  Y en este punto hay que llamar la atención otra vez: esta prueba será superada con mayor facilidad por aquellos que, antes de la iniciación, hayan llevado una existencia capaz de brindarles el dominio de sí mismos.  El que haya conquistado el poder de poner de lado sus caprichos y sus voluntades personales para servir un ideal y unos principios elevados; el que sepa siempre cumplir con su deber, inclusive cuando este cumplimiento vaya en contra de sus inclinaciones naturales y sus simpatías, éste es ya, inconscientemente, en la vida ordinaria, un iniciado.  Y ya le falta muy poco para poder triunfar en la prueba descrita.
   Digamos inclusive que es indispensable haber adquirido ya inconscientemente en la existencia un cierto grado de iniciación para afrontar con éxito la segunda prueba.
   En efecto, las personas que no han aprendido desde su juventud a escribir correctamente  experimentan grandes dificultades para hacerlo en la edad madura.  Del mismo modo, será difícil, en presencia de los mundos superiores, alcanzar el grado necesario de dominio de sí, si no se posee un cierto grado de él en la existencia cotidiana.  Las cosas del mundo físico permanecen siendo lo que son cualesquiera que sean nuestros deseos, pasiones y tendencias modifican el entorno; si nosotros queremos pues obtener en nuestros dominios un resultado cierto, es preciso que tengamos un completo dominio de nosotros mismos y sigamos únicamente la regla de conducta perfecta, sin ceder jamás a la arbitrariedad.

   Una cualidad esencial en este estadio de la iniciación es, sin discusión, un juicio seguro y sano.  Hay que tener buen cuidado de desarrollarlo desde los primeros grados, porque en estos momentos el candidato debe demostrar que lo posee en la medida suficiente como para penetrar en la verdadera senda del conocimiento.  Es imposible que progrese si no tiene el discernimiento que le permita distinguir la verdad de todo cuanto es ilusión, fantasmagoría, superchería, superstición o espejismo.  En los grados superiores de la existencia, este discernimiento es mucho más difícil que en el mundo físico.  Todo prejuicio, toda opinión obstinada debe desaparecer ante la importancia de lo que se aborda; la verdad única debe servir de brújula.  Se debe estar completamente preparado para abandonar un pensamiento, una opinión, una visión personal si el pensamiento lógico lo reclama, porque no se pueden adquirir certezas en el mundo superior más que si se renuncia para siempre a halagar la propia opinión.
   Los hombres inclinados a las fantasías, las ensoñaciones, las supersticiones no pueden hacer ningún progreso en el sendero.  El investigador debe adquirir un bien precioso: el de librarse de toda duda respecto a los mundos superiores.  Estos se van a revelar a su mirada en su esencia y según sus leyes.  Pero ello no ocurrirá mientras la persona en cuestión se deje prender por espejismos e ilusiones.  Sería peligroso para ella que su imaginación o sus prejuicios ofuscasen su razón.  Los fantasiosos y los soñadores no tienen condiciones para el ocultismo, como tampoco las tienen los supersticiosos.  Nunca se repetirá esto bastante.  La ensoñación, la imaginación desbocada, la superstición son los peores enemigos que acechan al discípulo en su tránsito por el sendero del conocimiento espiritual.  No se figuren ustedes, sin embargo, que la poesía de la vida, el don de entusiasmo se les va a escapar por haber leído sobre el umbral de la puerta que lleva a la segunda prueba estas palabras.  “Abandona todo prejuicio”, y sobre la puerta que conduce a la primera, estas otras: “sin buen sentido a toda prueba, todos los pasos son vanos”.
   Si el candidato ha progresado suficientemente en este sentido, le espera la tercera prueba.  Aquí, él no percibe ya ningún objetivo exterior.  Todo está en sus manos.  Se encuentra en una situación donde nada le impulsa a actuar.  Está completamente solo para encontrar su camino y no hay en torno suyo ningún ser ni ninguna cosa que le pueda influenciar.  Nada ni nadie podrán darle fuerza dentro de sí, pronto se encontrará en el mismo lugar en que se encontraba antes.  Pero es preciso decir que, entre los que han salido airosos de las pruebas anteriores, hay pocos que no sean capaces de encontrar esta fuerza.  O bien se ha quedado uno en el camino en una de las etapas precedentes, o bien se triunfa también ahora.  Lo esencial consiste en ver con claridad sobre el terreno, porque aquí es preciso encontrar su Yo superior en el verdadero sentido de la palabra.  Hace falta decidirse rápidamente a seguir en todo la indicación del espíritu.  Ya no hay tiempo para deliberar o para plantearse dudas.  El más breve momento de vacilación demostraría que todavía no se está maduro.  Todo lo que impida prestar oídos a los consejos del espíritu debe ser esforzadamente superado.  La cualidad de la que es absolutamente necesario dar testimonio en esta situación es la presencia de ánimo, que es precisamente también la cualidad que, en esta fase de la evolución, se trata de llevar a la perfección.  Todo lo que conduzca a pensar o a actuar por costumbre o por reflejo desaparece.  Para no sentirse paralizado es necesario no perderse a sí mismo, porque no le queda a uno más punto de apoyo que uno mismo.  Ninguno de aquellos que lean estas líneas sin estar familiarizados con estos temas debe dejarse desanimar por la prueba de verse arrojado sobre sí mismo de esta manera.  Porque el que la supera conoce una profunda felicidad.
   Aquí, al igual que en los otros casos, la vida ordinaria es ya para muchos hombres una disciplina oculta.  Para aquellos que en la vida se han vuelto capaces de tomar una rápida decisión sin vacilar ante situaciones que se presenten de improviso, la propia existencia constituye de por sí una escuela.  Las situaciones más favorables son aquellas de las que es imposible salir si no se toma una decisión sobre la marcha.  Si, en un caso en que un minuto de vacilación podría causar una desgracia, ustedes son capaces de tomar una decisión inmediatamente, y si esta rapidez de decisión se ha convertido en parte integrante de vuestro ser, ya han adquirido ustedes, inconscientemente, la madurez necesaria para afrontar la tercera prueba, porque ésta está destinada precisamente a perfeccionar la presencia del ánimo.
   En las escuelas de ocultismo a esta prueba se la denomina “la prueba del aire”, porque el candidato se encuentra privado tanto del apoyo sólido de los impulsos venidos de fuera como de la ayuda de las percepciones espirituales de formas, colores, sonidos, etc., adquiridos en el curso de la preparación y de la iluminación.  Queda reducido exclusivamente a sí mismo, a sus propias fuerzas.
   Si el discípulo ha pasado satisfactoriamente esta prueba, entonces adquiere el derecho a penetrar en el “templo de los conocimientos superiores”.  No haremos más que rozar someramente lo que habría que decir en este  punto.  Lo que espera al discípulo es a menudo representado como una especie de juramento que debe prestar; un juramento de no traicionar las enseñanzas secretas.  Pero estas expresiones de “juramento” y “traición” no son en absoluto conformes a la realidad; pueden inclusive inducir a error.  Porque en ningún modo se trata de un juramento en el sentido ordinario de la palabra: se trata más bien de una experiencia que afecta a esta etapa del desarrollo.  Se aprende como poner en práctica, al servicio de la humanidad, las enseñanzas recibidas.  Sólo entonces se empieza a comprender el verdadero sentido del universo.  No se trata de callar las verdades superiores, sino más bien de saber cómo defenderlas con todo el tacto necesario.
   Saber lo que es preciso callar es algo muy diferente.  Esta notable cualidad se adquiere muy especialmente respecto a temas de los que hemos hablado con anterioridad y sobre todo de la manera en que se ha hablado de ellos.  Sería un mal iniciado el que no pusiese sus conocimientos ocultos al servicio de la humanidad en la mayor medida posible.  En este dominio, no hay otro obstáculo para las comunicaciones que se pueden hacer que la incomprensión de aquél  a quienes se dirigen.  Sin duda alguna, los misterios superiores no están ahí para servir de tema de cualquier discurso, pero no está “prohibido” hablar de ellos a quien se haya elevado hasta este grado de evolución.  Ningún hombre, ningún ser le impone en este sentido un juramento.  Todo se pone en manos del sentido de la responsabilidad del iniciado.  En cada situación, es a él mismo a quien toca resolver sobre lo que debe hacer con lo que sabe, y la palabra “juramento” significa simplemente que ha alcanzado la madurez necesaria para tener esta responsabilidad.
   Si el candidato adquiere esta madurez, recibe lo que simbólicamente se llama “bebida del olvido”, es decir, que llega a poseer el secreto de actuar sin dejarse en ningún instante turbar por la memoria inferior.  Es indispensable para el iniciado, porque siempre debe tener plena confianza en el presente inmediato; debe poder rasgar el velo del recuerdo que se interpone entre el hombre y los hechos en cada instante de su vida.  Si juzgo lo que se me presenta hoy según mis experiencias de ayer, me expongo a múltiples errores.   Naturalmente, esto no quiere decir que sea preciso renunciar a la experiencia que la vida nos ha dado.  Hay que servirse de ella de la mejor manera posible.  Pero, como iniciado, se debe poder juzgar por sí mismo cada nuevo acontecimiento, y dejarlo actuar libremente sobre el espíritu, sin dejarse turbar por los recuerdos del pasado.  Es necesario, que a cada instante yo esté dispuesto a lo que un ser o una cosa me pueda aportar como revelación enteramente nueva.  Si evalúo lo nuevo según lo antiguo, estoy sujeto a error.  Sin embargo, el recuerdo de las experiencias antiguas me resulta de una extrema utilidad, porque me permite ver lo nuevo.  Si yo no tuviese ya una cierta experiencia de las cosas, es probable que determinadas cualidades de un objeto o de un ser que se presenten a mí se me escapasen por completo.  La experiencia debe servir precisamente para ver lo nuevo, pero para juzgarlo según lo antiguo.  El iniciado adquiere a este respecto facultades muy precisas que le revelan muchas cosas que permanecen enteramente ocultas para el no iniciado.
   La segunda bebida que se ofrece al iniciado es la “bebida del recuerdo”.  Gracias a ella, le resulta posible tener siempre presentes en el espíritu las verdades superiores.  La memoria ordinaria no bastaría para ello.  Es preciso “hacerse uno” con estas verdades.  No basta con conocerlas, deben integrarse con toda naturalidad en la acción viva como el alimento o la bebida en la vida física.  Deben convertirse en ejercicio, en costumbre, en inclinación.  Ya no debe ser necesario reflexionar sobre ellas en el sentido ordinario de la palabra.  Deben expresarse por lo que es el hombre mismo, expandirse por todo su ser y convertirse en algo así como las funciones vitales de su organismo.  De esta manera, realizará cada vez más espiritualmente el objetivo para el que la naturaleza le ha constituido físicamente.