sábado, 11 de septiembre de 2010

El Poder del Pensamiento II


No se quede apegado a ninguna palabra. Usted puede sustituir Cristo por presencia, si eso es más significativo para usted. Cristo es la esencia divina que hay en usted o el Ser, como se le llama a veces en Oriente. La única diferencia entre Cristo y presencia es que Cristo se refiere a la divinidad que mora en usted, independientemente de que sea consciente de ello o no, mientras que presencia significa su divinidad o esencia de Dios ya despierta.
Se aclararán muchos malentendidos y falsas creencias sobre Cristo si usted se da cuenta de que en Cristo no hay pasado ni futuro. Decir que Cristo fue o será es una contradicción de términos. Jesús fue. Fue un hombre que vivió hace dos mil años y realizó la presencia divina, su verdadera naturaleza. Y por lo tanto dijo:
«Antes de que Abraham fuera, yo soy». No dijo: «Yo ya existía antes de que Abraham hubiera nacido». Eso hubiera significado que estaba todavía en la dimensión de la identidad con el tiempo y la forma. Las palabras yo soy usadas en una frase que empieza en pasado indican un cambio radical, una discontinuidad en la dimensión temporal. Es una afirmación de tipo Zen de gran profundidad. Jesús intentó comunicar directamente, no a través del pensamiento discursivo, el significado de la presencia, de la autorrealización. Habla ido más allá de la dimensión de la conciencia gobernada por el tiempo, al reino de lo intemporal. La dimensión de la eternidad habla venido a este mundo. Eternidad, por supuesto, no significa tiempo sin fin, sino negación del tiempo. Así pues, el hombre Jesús se convirtió en Cristo, un vehículo para la conciencia pura. ¿Y cuál es la definición de sí mismo que hace Dios en la Biblia? ¿Dijo Dios «Yo siempre he sido y siempre seré»? Por supuesto que no. Eso habría dado realidad al presente y al pasado. Dios dijo: «YO SOY EL QUE SOY.'. No hay tiempo aquí, sólo presencia.
La «segunda venida» de Cristo es una transformación de la conciencia divina, un cambio del tiempo a la presencia, del pensamiento a la conciencia pura, no la llegada de un hombre o una mujer. Si «Cristo» fuera a volver mañana en forma externa no podría decirle sino: «Yo soy la Verdad. Soy presencia divina. Soy vida eterna. Soy en ti. Soy aquí. Soy Ahora».
Nunca personalice a Cristo. No convierta a Cristo en una identidad con forma. Los avatares, las madres divinas, los maestros iluminados, los poquísimos que son reales, no son especiales como personas. Sin un falso yo que sostener, que defender y que alimentar, son más sencillos, más ordinarios que el hombre o mujer ordinarios. Alguien con un ego fuerte los consideraría insignificantes o, más probablemente, no los vería en absoluto. Si usted es atraído por un maestro iluminado es porque hay en usted ya suficiente presencia para reconocer la presencia en otro. Hubo muchas personas que no reconocieron a Jesús o al Buda, así como hay y siempre ha habido muchas personas que son atraídas por los falsos maestros. Los egos son atraídos por egos mayores. La oscuridad no puede reconocer la luz. Así pues, no crea que la luz está fuera de usted o que sólo puede llegar a través de una forma particular. Si sólo su maestro es una encarnación de Dios ¿entonces quién es usted? Cualquier tipo de exclusividad es identificación con la forma y la identificación con la forma significa ego, no importa lo bien disfrazada que esté. Use la presencia del maestro para reflejar de nuevo hacia usted su identidad más allá del nombre y de la forma y volverse más intensamente presente. La presencia es una. El trabajo de grupo puede ser también útil para intensificar la luz de su presencia. Un grupo de gente que se reúne en un estado de presencia genera un campo de energía colectiva de gran intensidad. No sólo eleva el grado de presencia de cada miembro del grupo sino que también ayuda a liberar la conciencia colectiva humana de su estado habitual de dominio de la mente. Eso hará el estado de presencia cada vez más accesible a los individuos. Sin embargo, a menos de que por lo menos un individuo del grupo esté ya firmemente establecido en ella y pueda así sostener la frecuencia de energía de ese estado, la mente egotista puede fácilmente reafirmarse y sabotear los esfuerzos del grupo. Aunque el trabajo del grupo es invaluable, no es suficiente, y usted no debe llegar a depender de él. Tampoco debe llegar a depender de un profesor o un maestro, excepto durante el periodo de transición, cuando está aprendiendo el significado y la práctica de la presencia.
EL PODER DEL AHORA "ECKHART TOLLE"
UN CAMINO HACIA LA REALIZACIÓN ESPIRITUAL


AMAR LA LUZ


A veces vivimos en la obscuridad porque no queremos ver la luz ... esa luz que representa el Amor de Dios y que nos invita a vivir intensamente con verdadera felicidad, donde la alegría fluye de manera natural y espontánea y se esparce a nuestro alrededor, contagiando con singular dulzura a cuantos por una u otra razón forman parte de nuestra vida, y que de manera consciente o inconsciente reciben la luz que emana de nuestro ser, la cual dice más que mil palabras juntas.
Amar la Luz significa amar la verdad y transmitir esa verdad en cada una de las cosas que hacemos, por sencillas que estas parezcan. De tal manera que no quede resquicio de duda en quienes tratan con nosotros, a tal punto que, sin exigir nada a cambio quieran también unirse a esa verdad y practicarla por convicción.
Amar la Luz es seguir las huellas de Dios en el duro batallar de cada día, en cuyo camino encontramos más de una espina que se incrusta en nuestros pies y nos causa dolor... pero que nos enseña al mismo tiempo que la senda para llegar a Dios es cargada de sacrificios y que la recompensa es vida eterna.


Amar la Luz es despojarse de toda miseria humana ... es salir de las tinieblas disfrazadas de placer y materialismo, que nos impide ver la luz radiante y celestial en donde el Amor toma protagonismo y estamos preparados para vencer todas las dificultades, porque quien ama la Luz, ama a Dios con todas sus fuerzas.


QUE LA LUZ DE DIOS INVADA TODO TODO TU SER DE AMOR Y DE BONDAD.


Autor_fuente: Eduardo Sanchez Elizald
Perdona a los demás y Déjalos ser


Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiendose ofendidas por lo que alguien les hizo...
La sorprendente revelación que te voy a hacer, va a cambiar tu vida…
¡Nadie te ha ofendido!


Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren.
Y las expectativas tu las creas con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias.
Si tu esperabas que tus padres te dieran más amor, y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.


Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo…
Tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entra las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren.
Nuevamente, eso está en tu imaginación.


¿Enojado con Dios? Son tus creencias de lo que debería hacer Dios, las que te lastiman. Dios jamás ofende y daña a nadie.
Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una, el hábito se desarma.


El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las “ofensas”.
Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan.
Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y como deben de actuar los demás. Una novela que no tiene nada que ver con la realidad.
También, las personas son creaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias: padres, amigos, parejas, etc. y las almacenan en su inventario interior.
Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas.


Y cuando una persona es maltratada por alguien, deja esa experiencia en su “inventario”. Cuando conoce a alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que la hirió.


Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida, con esos lentes.
¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas.


Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año.


¿Has visto a las personas de edad avanzada y a los matrimonios con muchos años? Su inventario es tan grande, que parece que la negatividad es su vida. Una y otra vez sacan experiencias de su inventario negativo ante cualquier circunstancia.
Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que debe hacer y te dice “no”, creas resentimientos por partida doble. Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías. Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es.
Y es un círculo vicioso.


Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos. Déjalos ser.
También, nadie te pertenece. Cuando los colonos americanos querían comprarles sus tierras a los Pieles Rojas, estos les contestaron “¿Comprar nuestras tierras? ¡Si no nos pertenecen! Ni el fulgor de las aguas, ni el aire, ni nuestros hermanos los búfalos a los cuales solo cazamos para sobrevivir. Es una idea completamente desconocida para nosotros”.


Ni la naturaleza, ni tus padres, ni tus hijos, tus amigos o parejas te pertenecen. Es como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes separar. No son tuyos. Solo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de un río no lo puedes atrapar. Solo puedes meter las manos, sentir el correr de las aguas entre ellas, y dejarlo seguir.
Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas te va a lastimar. Amalas, disfrútalas y déjalas ir.
Entonces ¿Cómo puedo perdonar?


1) Entiende que nadie te ha ofendido. Son tus ideas acerca de cómo deberían actuar las personas y Dios las que te hieren. Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente. Reconoce que la mayoría de las personas NUNCA van a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque son ideas falsas.


2) Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos, pero permite que tomen sus decisiones. Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.


3) Nadie te pertenece. Ni tus padres, amigos y parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Ama y deja ser.


4) Deja de pensar demasiado. Abrete a la posibilidad de nuevas experiencias. No utilices tu inventario. Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es. Cuando limpias tu visión de lentes obscuros y te los quitas, el resultado es la limpieza de visión.


5) La perfección no existe. Ni el padre, amigo, pareja o Dios perfecto. Es un concepto creado por la mente humana que ha un nivel intelectual puedes comprender, pero en la realidad NO EXISTE. Porque es un concepto imaginario. Un bosque perfecto serían puros árboles, Sol rico, no bichos… ¿existe? No. Para un pez, el mar perfecto sería aquel donde no hay depredadores ¿existe? No. Solo a un nivel intelectual. En la realidad JAMAS VA A EXISTIR. Naturalmente, al pez solo le queda disfrutar de la realidad. Cualquier frustración de que el mar no es como quiere que sea no tiene sentido. Deja de resistirte a que las personas no son como quieres. Acepta a las personas como el pez acepta al mar y ámalas como son.


6) Intoxícate con la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo. Me complacerá decírtelo por experiencia.


7) Imagina a esa persona que te ofendió en el pasado. Imagínate que ambos están cómodamente sentados. Dile porqué te ofendió. Escucha su explicación amorosa de porque lo hizo. Y perdónala. Si un ser querido ya no está en este mundo, utiliza esta dinámica para decirle lo que quieres. Escucha su respuesta. Y dile adiós. Te dará una enorme paz.


8) A la luz del corto período de vida que tenemos, solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices. Nuestra compañera la muerte en cualquier momento, de forma imprevista, nos puede tomar entre sus brazos. Es superfluo gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros. No puedes darte ese lujo.


9) Es natural pasar por un periodo de duelo al perdonar, deja que tu herida sane. Descárgate con alguien para dejar fluir el dolor. Vuelve a leer este artículo las veces necesarias y deja que los conceptos empiecen a sembrar semillas de conciencia en tu interior. Aprende con honestidad los errores que cometiste, prométete que no lo volverás a hacer y regresa a vivir la vida.
Y como dirían los Beatles, Let it be!
Deja al mundo ser. Y déjate ser a ti también

Mejorar es vida




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