viernes, 22 de noviembre de 2013

Eliminando las preocupaciones con los ángeles





“La preocupación se asemeja a una silla mecedora: te mantiene ocupado, pero no te conduce a ningún lado”; leí en una publicación de una amiga en las redes sociales y me pareció excelente analogía para empezar la reflexión del día de hoy. Hemos hecho de la preocupación casi un hábito, un modo de vivir y mi objetivo hoy es recordarte que la mayoría de las veces nos angustiamos por cosas que ni suceden aún, como si nos mantuviéramos al acecho de algo negativo. Además, cuando ya estamos en medio del problema, olvidamos que no importa lo complicado de una circunstancia, Dios sabe siempre como resolverla.

Está claro que la preocupación para nada sirve. Es más, produce malestar e invita a otra cantidad de reacciones en cadena como el nerviosismo, ansiedad, tensión y enojo entre otras, que conllevan al deterioro de tus relaciones personales y a dificultades de salud que pueden fluctuar entre migraña, estrés, insomnio, calvicie, dolores musculares y problemas estomacales de toda índole.

Quien permanece preocupado, difícilmente escucha la guía en su interior porque aparte de que se llena de desconfianza y zozobra, se desconecta de si mismo, sumergiéndose en su propio caos y perdiendo la habilidad para ver la “película” completa desde un ángulo exterior.

Los ángeles pueden ayudarte a hacer conciencia de esas cuestiones por las que innecesariamente te angustias a veces y que al final descubres que no revestían tal gravedad, pero que por el contrario si desperdician tu energía vital y tiempo. Además, tu equipo de apoyo celestial te orienta con soluciones creativas para las situaciones que a diario encaras.

La luz y el amor del Padre no tienen limitaciones. Analiza y acuérdate de cuantas veces te has dicho: “¡si yo hubiera sabido que esto se iba remediar de esta forma!”. ¿Cuánto sufrimiento te hubieras evitado, verdad? Podría contar muchas historias de mi cotidianidad (pero estoy segura que tu también las tienes) en donde he aprendido que para todo siempre hay una solución. Eventos que se ven “imposibles” de resolver, dan un giro inesperado con resultados espectaculares, en donde todo el mundo gana.

Así que no te enredes en tu telaraña de angustias, ni te ahogues en tu propio vaso. Despréndete del drama y la tragedia. Ahórrate el dolor y pide aprender desde el amor. Tampoco te enganches con los problemas ajenos. No confundas preocupación con mostrar interés. La solidaridad nada tiene que ver con angustiarse con las dificultades de las otras personas, sino con apoyarnos y recordarnos que no estamos solos.

Mantente positivo

No te quejes ni te repitas más lo duro que te está tocando, ya que cuando el nivel de preocupación te sobrepasa, lo exteriorizas en tu cuerpo físico y caes en cuadros clínicos. Comprende que la ansiedad aparte de desmejorar tu salud, va creando una especie de jaula que te atrapa. Lo que no te das cuenta es que te conviertes en prisionero y en tu propio carcelero a la vez. Los barrotes son literal energía de miedo que se desvanece en la medida en que tomas poder de ti mismo, confiando en la magnificencia de Dios que todo lo puede.

Entrega

Deslígate de los problemas y entrégaselos a Dios. En el universo todo tiene un orden. No olvides dar tu permiso para que los ángeles te asistan. Literalmente visualiza que pones todas tus preocupaciones en un empaque y lo envías al cielo, como si hicieras una encomienda. No tengas ideas fijas de la manera en que tus problemas se pueden solucionar ni pongas condicionamientos. Para esta labor, y aunque todos los ángeles son en esencia mensajeros, invoca al arcángel Sandalfón. Este bello ser de luz es el encargado de la logística celestial y transmite a Dios todas las plegarias de los seres humanos para que sean contestadas.

Ora

Desde niña siempre he escuchado: ante la preocupación, orar la mejor opción. Para recobrar la serenidad ora a Dios y apóyate en los arcángeles Rafael y Haniel. Respira profundo varias veces, pide también a tus ángeles de la guarda que te rodeen con su energía amorosa y te alivien del estrés y en tu mente o en voz alta expresa algo como: “Dame Señor tu visión de amor, quiero ver esto de otra forma, porque aún no consigo entender con mi mente humana la manera cómo se puede resolver esta situación. Ayúdame a desprenderme de la angustia que me provoca, envíame ángeles adicionales para tranquilizar mi espíritu, para despojarme de mi ego, ampliar mi comprensión e interpretar tus señales. Gracias porque sé que me escuchas y contigo descanso en paz. Amén”.

Ayúdate

Déjale a Dios tu angustia y tú, mejor encárgate de generar armonía en tu interior, llevando equilibrio a tu cuerpo, mente y espíritu. ¿Cómo lo puedes lograr? De muchas maneras, por ejemplo puedes hacer polo a tierra con actividades físicas que te gusten como el arte o el deporte; pinta, canta, teje, trota, monta bicicleta, camina, ve un rato al gimnasio o haz como yo que bailo para literalmente sudar las preocupaciones ya que el cuerpo emocional está ligado con el elemento agua.

Utiliza la música como fuente de relajación, escucha melodías suaves y sanadoras de autores clásicos como Mozart o Beethoven o de la nueva era como Enya o Deva Premal. En el internet encuentras mucho de esto. Además, haz un poco de esfuerzo y pon en tu mente un pensamiento, y en tu rostro una sonrisa que te hagan sentir ligeramente mejor, evocando una imagen, un recuerdo chistoso, algo que te anime.

Dos sugerencias importantes: se muy agradecido y no te lleves a la cama ninguna dificultad. No permitas que la ansiedad te robe el sueño. No te quedes dormido centrando tu atención en tus problemas porque te despiertas al día siguiente pensando en lo mismo. En lugar de contar ovejas, mejor haz un balance de todos los motivos por los que tienes que dar gracias.

Te comparto una anécdota: alguna vez que iba manejando y me sentía un poco angustiada (no recuerdo bien el motivo), invoqué a los ángeles y seguí concentrada conduciendo. Al rato, me pusieron en mi mente una imagen de algo más bien embarazoso que me había ocurrido tiempo atrás. Aunque aparentemente no tenía nada de gracioso, me mostraron otro enfoque de la misma escena y en menos de nada me encontré riéndome a carcajadas, solita en el carro, que hasta yo creo, las personas que me vieron pensaron que francamente me había enloquecido. ¡Qué terapia! Así son los ángeles de hermosos y divertidos.

Los problemas también se acaban. Cualquier ciclo por difícil que se muestre tiene su fin y condiciones mejores siempre llegan. Hay mucha ayuda espiritual disponible, no hay que sufrir en silencio. A todos nos calienta el mismo sol, nos alumbra la misma luna, nos cobija el mismo cielo y nos protege el mismo Padre amoroso que no desampara a ninguno de sus amados hijos. Si continuamente mantienes a Dios y a los ángeles en tu corazón y mente, como quien tiene una cita diaria, un compromiso infaltable, nada perturbará tu interior.

Elijo a Dios y deseo su paz en tu corazón

Amor Incondicional



“Dar y no esperar nada a cambio, eso nace del corazón, eso es amor.” ~Oscar Wilde


Se dice que el amor verdadero y auténtico es aquel que se da libremente. Pero pese a todo eso suena muy bonito, la verdad. Cuando eres buena persona y lo das todo, se espera que seas tratado de la misma manera. Cuando amamos a alguien esperamos que esa persona también nos ame. Pero de esta manera estamos condicionando nuestro amor.




“Sin pedir nada a cambio, lo di todo”

¿Pudiéramos decir entonces que el amor con condiciones puede ser bueno?

La vida es una constante lucha por conseguir lo que se desea y muchas veces eso que deseamos se encuentra cada vez más lejos de nosotros, porque lo alejamos, porque hemos dado sin medida ni condiciones y no somos correspondidos de igual manera.

Cuando nos entregamos completamente sin esperar nada a cambio, en realidad, aunque no lo digamos, damos por sentado que todo cuanto hagamos y demos va a ser plenamente reconocido y valorado al cien por ciento. ¡Y no!

Y de pronto, nos encontramos con expectativas totalmente empañadas por las mismas situaciones. Expectativas que esperamos de los demás, de quienes esperamos recibir algo a cambio nuestro sacrificio y nuestro amor.

Por ejemplo, cuando hacemos algo por nuestra pareja y no nos corresponde, nos sentimos insatisfechos y por lo tanto frustrados. Siempre esperamos algo, aunque eso sea sólo un poco basado en el reconocimiento del amor que estamos entregando. Si no recibimos nada, nuestra existencia se puede volver decepcionante y amargada.

“Le amé sin condiciones, sin esperar nada a cambio”… ¡y nada!… O también deberíamos decir: “sin pedir nada a cambio, lo di todo.”

¿Es sano amar y dar sin condiciones?

Por lógica natural, se piensa que amar incondicionalmente obliga a necesariamente recibir la felicidad, por ende, así lo concebimos. Así es como caemos en errores garrafales circunstanciales, sin pedir igualdad de derechos y obligaciones.




¿Es sano amar y dar sin condiciones?

Es necesario observar las necesidades personales y ponerlas en término de virtud y conciencia, ya que de otra manera entregarlas sin límites observa un crecimiento del ego en tú pareja y se hace más egoísta. Hay que pensar en el hecho y no esperar atención recíproca.

Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetar para respetar y aceptarte para aceptar, ya que nadie puede dar lo que uno tiene dentro de sí.

Se dice que si dentro de ti no existe una paz, que tú mismo hayas creado en tu interior, ninguna relación de pareja te brindara la felicidad que tú mismo no puedas construir.

Sólo podrás ser feliz con otra persona, cuando seas consciente de que incluso eres feliz cuando no estás a su lado. Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a quien dices querer (esto también es una regla general).

Dos personas que se unen por el deseo de hacerse feliz, fracasaran con el tiempo. Dos personas que se unen con el fin de compartir su felicidad propia, lograran una felicidad duradera, y sin ser su fin, harán feliz a la otra.

Lo que hacemos por alguien que queremos, hay que hacerlo y ya, más allá de si está bien o no. Llámese amistad, amor de pareja, amor de madre o hijos.

Tenemos todo el derecho de poner condiciones, de señalar nuestras obligaciones y derechos por igual, no importa en qué o con quien. No olvidemos que tenemos el derecho de pedir en la medida en que nosotros damos. Sin olvidar que es muy importante y más hermoso “dar más que recibir.” También lo que nosotros damos, necesita ser bienvenido, apreciado y valorado; sin caer en el egoísmo y la ambición por supuesto.




“Le amé sin condiciones, sin esperar nada a cambio”… ¡y nada!….

Para amar se necesita una alta dosis de autoestima y la práctica de la libertad responsable.

“No he venido a este mundo a cumplir tus expectativas.
 No has venido a este mundo a cumplir mis expectativas. Yo hago lo que hago.
 Tú haces lo que haces.
 Yo soy yo, un ser completo aún con mis carencias. 
Tu eres tú, un ser completo aún con tus carencias. Si nos encontramos y nos aceptamos,
 si nos aceptamos y nos respetamos,
 si somos capaces de no cuestionar nuestras diferencias 
y de celebrar juntos nuestros misterios, 
podremos caminar el uno junto al otro; 
ser mutua y respetuosa, sagrada y amorosa
 compañía en nuestro camino. Si eso es posible puede ser maravilloso.” ~ Fritz Perls